LA HORA DE ENJAULAR

En esta última quincena del mes de octubre todo cambia en los, hasta ahora, tranquilos aviarios. Se rompe la monotonía diaria de solo atender a los canarios en sus necesidades básicas al tiempo de haber ido apartando aquellos ejemplares que en su fenotipo o incipiente canto hayan denotado faltas manifiestas. Hasta la llegada de estos días hemos tenido a nuestros jóvenes alados separados por nidadas, alimentándoles convenientemente, cuidándoles, tratando de que pasasen el periodo de muda de la mejor forma, sin contratiempos, ejercitándose en las voladeras.

 

Ahora, una vez concluido el periodo de la muda, cada criador incorpora a su quehacer diario una nueva rutina en la que hay que aplicar la sensibilidad auditiva. Nuestras aves ya entonan su repertorio con una voz más clara, más definida, más alejada de aquellos primeros trinos infantiles. Nos vamos fijando que en su canto nuestros canarios no hayan derivado en frases continuas y que no entonen las otras tan temidas notas negativas; que su dicción sea entendible y rica; que su repertorio sea variado, con el tono adecuado y de tonalidad agradable y armoniosa.

 

En esta nueva fase se hace patente el nerviosismo y la ansiedad que preceden a los cercanos concursos. ¡Cuántas ilusiones puestas en los emparejamientos realizados, cuanto trabajo realizado y cuanto tiempo y recursos empleados! ¿Estamos consiguiendo nuestro objetivo? Aún nos queda un corto periodo de tiempo para comprobarlo, corto pero intenso periodo en el que, tras enjaular individualmente aquellos ejemplares más adelantados, vamos a tratar de que “cierren” su canto mientras los vamos entrenando para que muestren sus cualidades canoras en la cabina ante el Juez.

 

Unos, llevados por la impaciencia, enjaularán sin atender al estado de formación canora en que se encuentran sus ejemplares echando por tierra el trabajo realizado hasta ese momento. Otros, apurarán al máximo el tiempo sin enjaular pretendiendo que los pájaros no se queden cortos en su repertorio; otros lo harán cuando entiendan que es el momento preciso para que sus canarios, que habrán alcanzado el grado de madurez necesaria, “cierren el canto” y presenten una canción estable.

 

En este corto tiempo ya vamos seleccionando aquellos pájaros que concursarán e, incluso, aquellos que pasaran a conformar nuestro cuadro reproductor a la vista de las cualidades canoras, genéticas y fenotípicas que presenten de acuerdo a nuestra particular percepción.

 

Una actitud muy conveniente, sobre todo para los neófitos y los menos entendidos, es la de consultar y dejarse asesorar por aquellos criadores que, teniendo un mayor conocimiento y experiencia, dominen esta delicada fase. No debemos olvidar que todo será más fácil, no teniendo que darse por ello el éxito seguro, si partimos de unos no ya excelentes sino, al menos, aceptables ejemplares, si hemos buscado y recibido el oportuno asesoramiento en cada una de las fases por la que atraviesa el canario de canto. Somos nosotros, los criadores, quienes en un amplio porcentaje y con nuestro proceder podemos echar por tierra el trabajo llevado a cabo o alcanzar el objetivo marcado.

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